Más que una casa, parece un viaje a la Polinesia, por el jardín, con lago incluído, que tiene en la parte trasera. Y como Christina es de las que se llevan el curro a casa, también cuenta con un camerino y un estudio de grabación.
Además, la feliz madre tiene para su hijo Max todo un paraíso infantil en su habitación. Y, por si se aburre con tanto juguete, una sala de cine con una pantalla tan grande que marea.
No tenemos palabras para el resto del caserón, mejor le echas un vistazo y, si te animas
a comprarla, nos avisas, que nos montamos un guateque de los buenos.
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